Todos los libros dicen algo, ninguno debe nos deja indiferentes. Del mismo modo que una obra de arte nos conmueve, despierta en nosotros sentimientos, quizás anteriormente desconocidos, un libro nos deja una dulce o agria herida, la cual, en ultimo caso, nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. No hace falta decir que un libro puede simplemente ocupar nuestros ratos libre
Creo que todos los libros dejan una huella indeleble en nosotros los lectores, que todas contribuyen a formarnos, aclarar conceptos, explorar nuestra mente, llevarnos a épocas pasadas o futuras que pueden hacernos comprender el presente y evadirnos de nuestro quehaceres y preocupaciones diarias. Incluso el terror puede ayudarnos a combatir nuestros miedos
Si estamos frente a un libro escrito con letras doradas en la Historia de la Literatura o en la nacional de cada país ¿no es suficiente para conmovernos? Es verdad que los libros que se consideran clásicos, no se leen con la misma atención que un libro escrito en la actualidad, por su lengua, su estilo a veces farragoso, la mentalidad del autor, pero el hecho de saber que ese libro ha pasado de mano en manos y ha llegado a las nuestras, incluso aunque no lo leamos, puede ser motivo ce complacencia para los lectores. Por la contra, hay libros que gozaron durante un tiempo del favor del publico, sin embargo pronto cayeron en el olvido hasta que alguien dio conocer a los nuevos lectores, convirtiéndose en una joya olvidada. Los libros que han tenido una doble vida, que han sido rescatados del olvido, también nos conmueven a tenerlos en nuestras manos y solo el tacto de sus hojas, despierta en nosotros sentimientos encontrados. En este momento se me viene a la cabeza la tetralogía de Carlos Ruíz Zafón, titulada El Cementerio de los Libros Olvidados, cuya primera novela leí, La sombra del viento, sin saber que tendría continuaciones. las cuales, dicho sea de paso, espero leerlas algún día
Creo que todos los libros dejan una huella indeleble en nosotros los lectores, que todas contribuyen a formarnos, aclarar conceptos, explorar nuestra mente, llevarnos a épocas pasadas o futuras que pueden hacernos comprender el presente y evadirnos de nuestro quehaceres y preocupaciones diarias. Incluso el terror puede ayudarnos a combatir nuestros miedos
Si estamos frente a un libro escrito con letras doradas en la Historia de la Literatura o en la nacional de cada país ¿no es suficiente para conmovernos? Es verdad que los libros que se consideran clásicos, no se leen con la misma atención que un libro escrito en la actualidad, por su lengua, su estilo a veces farragoso, la mentalidad del autor, pero el hecho de saber que ese libro ha pasado de mano en manos y ha llegado a las nuestras, incluso aunque no lo leamos, puede ser motivo ce complacencia para los lectores. Por la contra, hay libros que gozaron durante un tiempo del favor del publico, sin embargo pronto cayeron en el olvido hasta que alguien dio conocer a los nuevos lectores, convirtiéndose en una joya olvidada. Los libros que han tenido una doble vida, que han sido rescatados del olvido, también nos conmueven a tenerlos en nuestras manos y solo el tacto de sus hojas, despierta en nosotros sentimientos encontrados. En este momento se me viene a la cabeza la tetralogía de Carlos Ruíz Zafón, titulada El Cementerio de los Libros Olvidados, cuya primera novela leí, La sombra del viento, sin saber que tendría continuaciones. las cuales, dicho sea de paso, espero leerlas algún día
En definitiva, tan solo el hecho de atraernos un libro y comenzar a leer, indica que algo en nuestro interior ha sido herido y esta dulce herida nos invita a seguir leyendo. ¿Se puede ser feliz con un libro? Supongo que si, pero las preocupaciones de la vida, cualquier ruido externo o incluso algún pasaje complicado, obstaculiza esa comunión entre libro y lector .
Estoy de acuerdo con mucho de lo que dice este artículo pero advierto que hay algo que falta. Existen libros que muy lejos de decirnos algo o de transmitirnos sentimientos y emociones y disfrutar con su lectura, lo que pueden hacer es echarnos el cenizo o provocarnos dolores de cabeza como para no volver nunca más a ellos y que queden como un desagradable recuerdo. Yo lo he experimentado, por ejemplo, con dos libros que fueron galardonados con un prestigioso y bien dotado premio de poesía y que tuve que dejarlos porque esas cosas la verdad es que no se podían leer.
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